Gran ola galáctica en la Vía Láctea: descubrimiento

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En una revisión de datos de Gaia, el telescopio espacial ha detectado un movimiento inesperado en la Vía Láctea que rompe la imagen de una galaxia estable y serena. Lejos de un disco quieto, la galaxia se comporta como un océano cósmico agitado por una ola gigante que arrastra millones de estrellas. El hallazgo, presentado por Eloisa Poggio y un equipo internacional en Astronomy & Astrophysics, sugiere que la gran ola podría cambiar de forma profunda nuestra comprensión de la estructura galáctica.

Según el estudio, una gran ondulación vertical se propaga hacia el exterior en el disco galáctico, una perturbación de enormes proporciones que podría haber sido provocada por eventos violentos del pasado galáctico. El equipo la ha bautizado como la gran ola y ha revelado que se trata de una perturbación de gran escala que se ha superpuesto a las deformaciones previas. La estructura se extiende entre unos 30.000 y 65.000 años luz desde el centro, abarcando más de un tercio del diámetro de la Vía Láctea, que ronda los 100.000 años luz.

Las velocidades verticales de las estrellas muestran una oscilación coherente con una propagación ondulatoria que recorre el disco. Lo detectado no es una acumulación estática, sino un patrón dinámico: las estrellas suben y bajan de forma coordinada, como si siguieran un impulso que las sacó de su posición original. En las figuras del estudio se observa que las flechas blancas, que indican el movimiento vertical, están desfasadas respecto a las bandas rojas y azules, que representan la altura sobre o bajo el plano del disco, una desincronización que prueba que la onda está en marcha.

Para caracterizar la ola, el equipo analizó dos tipos de estrellas: las gigantes jóvenes y las Cefeidas. Estas últimas permiten medir distancias con gran precisión gracias a su brillo variable. Lo más llamativo es que las estrellas jóvenes se mueven al unísono con la ola, lo que sugiere que el gas del que se formaron también fue arrastrado por la perturbación. En palabras del artículo, las estrellas jóvenes podrían retener la memoria dinámica de la perturbación que afectó al gas del que se formaron.

Sobre el origen de la gran ola circulan varias hipótesis. Una de las más plausibles es la pasada de una galaxia enana por el disco, que habría provocado una perturbación gravitatoria capaz de generar la onda. Otra posibilidad examina una relación con la llamada Onda Radcliffe, ubicada a solo 500 años luz del Sol, aunque los investigadores señalan diferencias significativas de escala y región en el disco. En cualquier caso, el estudio subraya que estas estructuras ondulantes podrían ser independientes o conectadas, y que futuras observaciones de Gaia permitirán acotar sus orígenes. Este hallazgo, además, impulsa una nueva forma de mirar la galaxia: la ESA ya ha anunciado que la próxima liberación de datos de Gaia incluirá información aún más precisa sobre estrellas variables, lo que permitirá trazar estas ondas con mayor resolución. Como señaló Johannes Sahlmann, responsable científico del proyecto Gaia en la ESA, estos avances permitirán refinar los mapas galácticos con un detalle sin precedentes. La gran ola es, en definitiva, parte del complejo ballet cósmico en el que se mueven las estrellas, y aún queda mucho por descubrir. Referencias: Eloisa Poggio, Ronald Drimmel, Silvia R. Beraldo e Silva, et al. The great wave: Evidence of a large-scale vertical corrugation propagating outwards in the Galactic disc. Astronomy & Astrophysics, julio de 2025. https://doi.org/10.1051/0004-6361/202451668.

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