El ministro de Vivienda, Carlos Montes, realizó recientemente declaraciones que generaron controversia en el ámbito político, especialmente en la campaña presidencial de Jeannette Jara. Durante una entrevista con TVN, Montes había afirmado que un empresario vinculado al terreno de San Antonio estaba también en el equipo de la candidata. Sus palabras levantaron sospechas sobre una posible colusión entre particulares y la campaña de Jara, quien no tardó en responder lamentando la situación y exigiendo al ministro aclarar su postura y evidencias al respecto.
La candidata presidencia, Jeannette Jara, reiteró que no conocía a la persona mencionada por el ministro Montes y cuestionó la falta de fundamento en los comentarios del secretario de Estado. En medio de un ambiente electoral tenso, Jara pidió transparencia y exigió que cualquier acusación sea sustentada con pruebas para mantener el respeto entre las campañas y evitar desvíos en el debate político. Su respuesta enfatiza el descontento ante acusaciones sin fundamentos que podrían perjudicar su imagen política y la de su equipo.
Ante la creciente presión por sus declaraciones, Montes trató de matizar sus comentarios. En un intento de restar importancia a su afirmación inicial, el ministro aseguró que sus palabras eran meramente un ejemplo de la diversidad de posturas presentes en la política. Reiteró que no tenía la intención de señalar directamente a nadie ni de hacer implicaciones políticas. «Buscaba resaltar que en el ejercicio democrático existen múltiples voces y es saludable que se discutan», afirmó, aclarando que no existe evidencia de que funcionarios públicos se involucren en actividades políticas durante su horario laboral.
La tentación de construir narrativas en tiempos electorales es un fenómeno recurrente y Montes parece haber caído en esta trampa. Los errores comunicacionales en el ámbito político pueden resultar detrimentales, no solo para la imagen del ministro sino también para el gobierno de su aliado político. En un momento donde la transparencia y el respeto en los debates se vuelven esenciales, la necesidad de aclaraciones y el hecho de deslindar responsabilidades adquiere una relevancia mayor. Los rivales políticos y sus respectivas estrategias probablemente aprovecharán esta situación para ganar terreno en la contienda.
Por último, esta situación refleja la fragilidad de los discursos en épocas electorales, donde cada declaración cuenta. Las tensiones entre los sectores políticos y la interacción entre administraciones gubernamentales y campañas presidenciales están a la orden del día. La clarificación de Montes representa un esfuerzo por el diálogo y la convivencia democrática, aunque los ecos de sus palabras pueden perdurar, impactando en la percepción pública de su gestión y en el resultado final de las elecciones.