Galaxias jóvenes: la turbulenta infancia del universo

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Una galaxia no nace con forma de espiral, a pesar de la imagen ordenada que generalmente asociamos con la Vía Láctea. Este icónico diseño, con sus brazos bien definidos y un núcleo brillante, es producto de miles de millones de años de evolución. En los primeros momentos del universo, sin embargo, reinaba el caos. La nueva investigación, publicada en los Monthly Notices of the Royal Astronomical Society y realizada con el Telescopio Espacial James Webb (JWST), ha revelado un panorama muy diferente de las galaxias jóvenes que se formaron entre 800 y 1,500 millones de años después del Big Bang. Este estudio aporta respuestas cruciales sobre cómo el universo pasó de un estado de inestabilidad a las estructuras galácticas que observamos hoy en día.

Los datos obtenidos por el JWST han brindado una visión sin precedentes de las primeras galaxias, las cuales no presentaban la organización esperada, sino más bien formas amorfas y desordenadas. Estos conglomerados de gas eran inestables y, en lugar de girar de manera ordenada, estaban agitados por colisiones y estallidos de formación estelar. Tal y como indica el estudio, más del 90% de las galaxias analizadas mostraban una notable ausencia de un patrón de rotación claro. Esta realidad desafía las creencias anteriores que sostenían que los discos galácticos ya se estaban formando en estas primeras fases del universo, destacando que las primeras galaxias eran mucho más turbulentas y menos estables de lo que se pensaba.

La clave para este análisis radica en el uso del modo grism del instrumento NIRCam del JWST, que permitió a los científicos estudiar la luz del hidrógeno ionizado, fundamental en la actividad de formación estelar. La investigadora principal, Lola Danhaive, creó un sofisticado software para organizar y analizar un gran volumen de datos, lo que permitió discernir entre galaxias que iniciaban un proceso de estabilización y aquellas que todavía eran caóticas. Los resultados revelan una combinación fascinante de estabilización y turbulencia, sugiriendo que, aunque algunas galaxias comenzaron a tomar forma, muchas seguían siendo un torbellino de actividad y desorden.

Uno de los hallazgos más significativos de este estudio es su contribución al entendimiento de la transición entre dos épocas clave en la evolución cósmica: la época de la reionización y el mediodía cósmico. Los datos recopilados proporcionan evidencia de que la organización galáctica no fue un evento instantáneo, sino un proceso gradual que se extendió a lo largo de miles de millones de años. Las galaxias más antiguas, que antes se pensaban caóticas, muestran señales de inicio de rotación estructurada, lo que sugiere que el desarrollo galáctico es un proceso evolutivo complejo.

Aunque el estudio no se centra específicamente en la Vía Láctea, funciona como un modelo para entender su formación. Los hallazgos indicaron que en el pasado, las espirales eran poco comunes y que nuestra galaxia probablemente experimentó un período tumultuoso caracterizado por fusiones galácticas y gran actividad estelar antes de alcanzar la forma que conocemos hoy. Este proyecto, dirigido por un equipo internacional, es solo el comienzo; conforme el JWST continúe su labor, se espera que los científicos obtengan una imagen más precisa de la evolución de estas y otras galaxias, reescribiendo así la narrativa de la construcción del universo.

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