Socializar en tiempos de crisis: clave para la salud mental

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La reciente publicación del artículo de Juan Moisés de la Serna, profesor de la Universidad Internacional de Valencia, resalta la vital importancia de la socialización durante crisis como el apagón masivo experimentado en España. Este tipo de crisis, que impacta tanto en el funcionamiento diario de la sociedad como en el bienestar psicológico de los individuos, evidencia la necesidad inherente de los seres humanos por conectar y cooperar. En situaciones críticas, las interacciones sociales no solo alivian la presión emocional, sino que representan una respuesta biológica palmaria, ya que los humanos están programados para unir fuerzas en momentos de adversidad.

El Dr. Matthew Lieberman, reconocido experto en neurociencia social, argumenta que la necesidad de relacionarnos está tan arraigada en nuestra naturaleza como lo están otras necesidades básicas como la alimentación y la hidratación. Cuando socializamos, nuestro cerebro reacciona de manera positiva liberando neurotransmisores como la oxitocina y la dopamina. Estos compuestos químicos son fundamentales para reducir el estrés y mejorar nuestro estado de ánimo, lo que es valioso en tiempos de crisis. Por lo tanto, mantener la conexión social se vuelve crucial para la salud mental y física de las personas.

Sin embargo, el estudio de la crisis actual muestra una paradoja significativa: mientras que la mayoría de las personas requeriría más apoyo social durante una crisis, el aislamiento se vuelve una tendencia común. Un informe reveló que un porcentaje alarmante de jóvenes experimenta ansiedad social, un fenómeno que fue exacerbado por la pandemia de COVID-19. Estos datos sugieren que, frente a la incertidumbre, muchos optan por el retraimiento social, contradiciendo su necesidad biológica de conectar con los demás y, como resultado, aumentando el riesgo de problemas psicológicos.

La investigación sugiere que las soluciones a esta crisis social residen en la modificación de nuestros hábitos y en el fortalecimiento de la comunicación interpersonal. El intercambio de experiencias y la socialización actúan como potentes amortiguadores frente a la incertidumbre, permitiendo que las personas encuentren consuelo en su comunidad. Las evidencias post desastres naturales, como el tsunami en Japón, demuestran que el apoyo social es un factor decisivo para reducir las tasas de trastornos psicológicos, incluso ante traumas similares.

Finalmente, es fundamental implementar estrategias prácticas en el día a día que promuevan la interacción social, desde el cultivo de vínculos con amigos y familiares hasta la valorización de interacciones breves con extraños. Asimismo, es necesario que las instituciones fomenten políticas públicas que fortalezcan la cohesión social y promuevan la salud emocional. Educar en competencias sociales y emocionales no solo prepara a los individuos para enfrentar crisis futuras, sino que también constituye un legado de resiliencia en nuestra sociedad. En este contexto, la conexión humana se revela como una medicina vital en un mundo cada vez más interconectado y cambiante.

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